miércoles, 12 de octubre de 2011

De coaliciones y eufemismos para un Gang Bang

…Y entonces la fragmentación del poder sintió el golpe fulminante. Las particiones del parlamento, que tanto había detenido el avance del país, se esfumaron ahuyentadas por el trazo de las firmas responsables. Desde ese momento, la repartición del poder los obligó a trabajar juntos por el bien del país…
El dulce contenido de las recientes intenciones coalicionistas parece haber hechizado a más de un optimista. Y es que la carta que propone los “Gobiernos de Coalición”, no sólo está firmada por políticos. No. Al igual que los infomerciales presumen que su producto esta “CIENTIFICAMENTE COMPROBADO”, el desplegado por las coaliciones cacarea la firma de 46 intelectuales y esto pareciera darle una dimensión diferente de contundente veracidad. Sin embargo, a pesar de que muchos entienden esto como el descubrimiento del hilo negro que nos puede salvar, muchos otros pensamos que es una idea estéril y utópica pues no ataca los verdaderos problemas del país.
Pareciera que el problema de México radica en la existencia de fracciones parlamentarias mayoritarias (¿o serán mayoristas?) que se guían por sus intereses personales y frenan el tan ansiado progreso y bienestar. Por ello se busca equilibrar fuerzas para obligar a que se lleguen a acuerdos. Pero de entrada estamos partiendo chueco pues estas fracciones no son organismos autónomos. El verdadero poder radica fuera de las cámaras y de Palacio Nacional. Al final, aunque puedan existir diferencias entre partidos, todos ellos logran conformar un grupo de suficiente fuerza que sea capaz de alcanzar acuerdos con los que verdaderamente toman decisiones en el país. Un gobierno de uno, tres o cien colores no hace diferencia si al final mandan los medios, los bancos, las empresas, etc. Además también está probado que en momentos necesarios, estas bancadas son si capaces de lograr acuerdos. ¿Acaso panistas, priístas y chuchos perredistas no le llaman “presidente” a Calderón? En tanto convenga a los intereses, los acuerdos llegan solos.
Pero más allá de eso, la verdadera pregunta es cómo políticos e intelectuales pueden llegar a tales grados de inocencia al pensar que la firma en una carta como esta puede llegar a asegurar la rectitud de los firmantes. Tal vez ni siquiera lo piensen. Y es que en este país está comprobado que nada pasa por encima de los intereses de la minoría.
Se critica a quienes criticamos la intención pero para poder aceptar una propuesta de este tipo, tendríamos que hacer filas frente a psiquiátricos, en espera de una buena lobotomía que nos permita confiar en cierto tipo de personajes. ¿Cómo aceptar la repartición de poder con los artífices del fraude de 2006 o del FOBAPROA? ¿Cómo quitarnos de la cabeza que los principales suscriptores resultan ser los segundos lugares de cada partido en busca de la presidencia? ¿Cómo confiar en una propuesta que curiosamente ha tenido una exposición inmensa en Televisa? Se supone que se debería debatir porque negarse de entrada y al instante, resulta una especie de cerrazón ante los pensamientos ajenos. Pero habría que darle su peso a las convicciones y a la memoria de los que nos negamos tajantemente. Pues repartir poder no implica que este poder vaya a ser usado para el beneficio de las mayorías. Cada quien por su lado se ha dedicado a acabar con la nación (unos más, unos menos) y se ha tenido que luchar con cada uno a la vez. ¿Cómo creer que repartiendo el hueso, harán algo distinto que echarnos montón? Unos dicen coalición… algunos pensamos en Gang Bang.

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